miércoles, 16 de diciembre de 2009

Tranquila, aquí me encuentro.


Aquí me encuentro yo, observándote en mi mundo.

Así no seas parte de mi carne.

Ni siquiera de mi espíritu.


Estúpido el recuerdo,

Cuando era real.

Ahora, las luces de la nostalgia encandelan mis ojos.

Que me libere el viento.

Por seis segundos.


Mis dedos, sucios de alucinación.

¿Qué puedo hacer?

Tal vez contemplar el ciclo de mi existencia,

Mientras engrosa tu ausencia.


Al final de mi vida me iré.

Como la arena que vuela y jamás vuelve.

Ha de ocurrir lo mismo con mi voz,

Y cuando sea apagada,

Sera el final de este fúnebre dolor.

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