domingo, 20 de junio de 2010

El ácido dentro de tus besos.


Tuve un viaje hacia tus ojos, mientras los veía apasionadamente entre los reflejos de lo inexplicable. Las noches eternas y místicas compartían los frutos entre la cama y el amor.

Era un paseo donde nuestras percepciones nos agarraban de la mano, logrando unir lo que estuvo separado por años en nuestras vidas. Cantábamos en la oscuridad, desnudos frente al mar que recibía la luna llena, con emociones al azar y un beso antes que acabara este camino inconsciente.

Luego me pregunte de donde venias tu y todo lo que me rodeaba. Fue allí, en ese momento, cuando comencé a sentir temor a que solo fueras producto de las mentiras que caen en la vida.

Ya no te sentía.

Lentamente te ibas cuando tu mano soltaba la mía, entonces pude reconocer que nada fue real y otra vez tropecé en el amargo ácido que solía sentir cuando te besaba, antes de acostarnos y perdernos en lo irreal.