sábado, 19 de diciembre de 2009

Escúchame, por favor.

Hoy soy lo que probablemente no llegue a ser de aquí a cien años,

Alguien lleno de entusiasmo.

Me convertiré en el aliento de una candela triste,

Mientras se quema cada recuerdo que en un tiempo revivió.


Negro seré,

La triste ausencia de un color.

Por más fuerte que ha de semejarse,

Sólo me transforma en un alejamiento.


Hacía ti.

Hacía mí.


Las llamas de mis dedos.

Calientes, llenas de ardor.

Aumenta mi agonía.

Escúchame, por favor.


Habré marchitado cada verso antes de partir,

Sin ninguna pasión.

Con celeridad.


El viento corre deprisa,

Evitando que mi voz sea escuchada.

¡Que me liberen de este tormento!

Escúchame, por favor.


Entonces,

Nacerá un vivo recuerdo,

Pero jamás ese recuerdo.

¿Dónde está mi musa?

Que me escuche por última vez,

Por favor…