sábado, 6 de febrero de 2010

Las candelas y un fuego llamado vida.


Han secuestrado el alma que una vez un dios me dio. Yo, en mi negación ante ella, mi vi obligado a recibirla sin opción alguna. Mi respiración comenzó a funcionar, mis ojos comenzaron a observar, mis oídos a escuchar los sonidos perturbadores que nunca terminan. Mi vi enfrentado a lo que tanto conozco como la vida misma. Comenzaron a habitar los que nunca quise a mí alrededor y se fueron los que siempre distribuían energías. La soledad que tanto añoraba se consumió entre la multitud, opacando mis propios deseos de no estar. Nunca había sido víctima de dicho castigo, ni siquiera existe un porque alguno en mi razonamiento.

Mientras camino, la corriente de la vida me empuja junto a ella. Me encuentro en una prisión con un techo como cielo, atrapado entre paredes de las leyes de la física. ¿Qué motivo dentro de mí me obliga a quererme como terrícola?

Comienzan los días que la gente tanto anhela. La aparición de un sol, unas nubes sin rumbo alguno, brisas cariñosas por la tarde, y una luna llena de infidelidad a las siete de la noche. Cambio las direcciones contradictorias con mis energías internas, pero no examino que mi única responsabilidad es aquí y ahora. El fuego, como vida en la cima de una de las candelas que somos, derrite las sensibilidades junto a ella. Ya eso no existe aquí, a nadie le importa el camino hacía el corazón.

Al igual como le pasan a ustedes, me sucede todo el tiempo. Me usan como marioneta, donde tengo que subsistir con cada cuerda llena de un valor para así poder desplazarme en una sociedad tan falsa como mis sueños.

Después de cada suceso, reconozco que durante el camino el final siempre me agarra de la mano. Su función es esperar cada paso de mi existencia. Cuando él decida mi fin, sencillamente exhalará un poco de aire y eternamente se esfumara el fuego que una vez poso frente a la candela conocida como mi persona.



1 comentario:

Fabián Buelvas dijo...

Ratos sin pasar.
Un monólogo inconforme. Pasa cuando uno piensa mucho. No está mal.
Saludos